lunes, 13 de abril de 2009




"DESARROLLO EMPRESARIAL Y GLOBALIZACION"

· El dividendo económico del trabajo decente. La posición de la OIT.

En su memoria a la 89 Conferencia Internacional del Trabajo (Ginebra, 2001), el Director General de la OIT señalaba que la productividad y la justicia social con dos conceptos que deben combinarse con éxito y que el vínculo más estrecho se halla a nivel empresarial. En efecto, en palabras del Director General de la OIT: “… Las empresas han estado demostrando que lo que hace que el trabajo sea decente también puede aportar dividendos económicos. Una importante serie de trabajos de investigación muestra los efectos positivos de los salarios en la productividad. El diálogo social en el trabajo da lugar a compromisos más sólidos y a una mayor productividad de los trabajadores. Distintos estudios realizados a nivel de empresa muestran la influencia positiva que la participación en los beneficios, la calidad del empleo y la intervención de los trabajadores en la toma de decisiones tienen en las actitudes, la motivación y la productividad de los trabajadores…

“Los objetivos del trabajo decente forman una estrategia óptima para lograr la competitividad empresarial. Cuando las empresas se ven confrontadas con presiones cada vez mayores por parte de la competencia, pueden reaccionar reduciendo costos, incluso los laborales. Por el contrario, las mejoras de las calificaciones, las condiciones de trabajo y la satisfacción del trabajador pueden redundar en una mayor productividad en los lugares de trabajo y en el aumento de la competitividad…”

· Los retos de las empresas latinoamericanas. Aumento de la productividad y mayor competitividad.

Para poder subsistir y desarrollarse, las empresas en el mundo entero, e igualmente las de los países latinoamericanos y con mayor énfasis las PyME, deben ser capaces de enfrentar la competencia de un mercado globalizado, lo cual hace indispensable establecer políticas, diseñar estrategias y crear mecanismos que les permitan un acceso efectivo y eficiente a programas e instrumentos que posibiliten mejorar su productividad y ser más competitivas. De lo contrario no podrán lograr niveles de eficiencia que les permitan constituirse en una alternativa significativa de aporte al PIB regional y a la creación de trabajo decente. El informe del Director general de la OIT en la reunión Regional Americana expresa:

“… El producto interior bruto (PIB) promedio regional por habitante asciende a 3.900, en tanto que el producto por trabajador alcanza los 10.100 dólares por año o, lo que es lo mismo, alrededor de 840 dólares al mes. Un problema capital – especialmente para los mercados de trabajo de la región – reside en que, en las últimas décadas, este indicador de productividad no creció en muchos países, al punto que hoy la cifra media es bastante similar a aquella registrada en la región al inicio del decenio de los ochenta. El producto por trabajador – o productividad del trabajo – es un elemento determinante para el progreso económico y social (…) pues es un mecanismo de transmisión importante entre el mundo de la producción y el mercado de trabajo. Su estancamiento en el valor de hace dos decenios explica también por qué las tasas de pobreza actuales en la región también son bastante similares a las observadas a inicios de los años ochenta …”

[1] “Trabajo decente en las Américas: una agenda hemisférica, 2006-2015.”

Los aumentos de productividad constituyen la condición necesaria para lograr tasas más elevadas de competitividad y crecimiento. Los aumentos de productividad reflejan la capacidad de absorber tecnologías, desarrollar nuevos productos y ajustar continuamente los padrones de una organización. Al mismo tiempo, el incremento de la competitividad empresarial supone tener en cuenta una serie de parámetros que van desde las mejoras en la calidad, en la productividad, en la inserción internacional, hasta las de las condiciones de trabajo y la optimización de los recursos.

En la mayoría de las PyME aspectos como la calidad, la productividad, la comercialización internacional o las condiciones de trabajo están por debajo de los estándares deseados debido, en la mayoría de los casos, a que las propuestas para la mejora de esos elementos suponen inversiones de recursos (tiempo, personas, dinero) que las PyME difícilmente pueden asumir.

Por otra parte, la globalización de la economía supone para el crecimiento empresarial la integración de cadenas productivas, el mejoramiento de la calidad/productividad y una mayor inserción internacional.

· El desarrollo empresarial en la Unión Europea.

Según la comisión europea “… Las 23 millones de pequeñas y medianas empresas (PYME) de la Unión Europea forman la espina dorsal del sector empresarial de la UE: con setenta y cinco millones de puestos de trabajo, representan el 99 % de todas las empresas”

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